Tratado de teología natural: Dios, su existencia, su esencia y sus perfecciones
Sinopsis
El problema de Dios es el problema fundamental de la Filosofía y, concretamente, de la Metafísica; es su coronamiento: porque o existe un Ser que es por sí mismo, fuente de todo ser contingente, o nada existiría. Por eso, el ateísmo y el agnosticismo son contradictorios y absurdos al admitir un mundo que es contingente y sin razón de ser en sí mismo, y al negar la fuente del Ser que es Dios, único que puede dar razón de la existencia de aquél. Por eso, la Metafísica tiene su cima en el problema de la Primera Causa, que es Dios, que da razón y justificación de todo otro ser. Sin duda, por esta razón, el Estagirita llamó Teología a la Metafísica. De aquí que nos ha parecido oportuno publicar este tratado de Teología natural, la Filosofía sobre Dios, según la razón, porque sin Dios se aniquila todo el ser y se diluye la filosofía misma. Esta obra comienza por asentar el subjectum de la Teología natural, el fundamento de todo el tratado: la existencia de Dios personal y distinto del mundo, frente a las diversas posiciones opuestas del ateísmo, agnosticismo, irracionalismo, panteísmo y deísmo. Sobre esa sólida base de la existencia del Ser que es por sí mismo, imprescindible para explicar todo otro ser, la Teología natural procede de un modo deductivo riguroso, estableciendo primero la esencia real y la esencia metafísica del Ser supremo -la Omniperfección o Infinitud y el Ser y Entender infinito-, y luego también por deducción rigurosa, establece la participación necesaria de las esencias desde la Esencia e Inteligencia divinas; y la participación libre o contingente de los entes existentes por creación, conservación, concurso y premoción de Dios. A continuación la Teología deduce los atributos entitativos de Dios -Inmutabilidad, Eternidad, Unicidad y distinción de Dios y del Mundo---- y luego los atributos operativos, Voluntad divina necesaria en el Amor de su Bondad y libre para las criaturas; la Providencia y el Conocimiento de las cosas creadas y del medio divino, con que la inteligencia de Dios las aprehende. De este modo queda demostrado no sólo que todo ser procede causal e inmediatamente de Dios -sin el cual no hay otro ser posible-, sino que también de El depende inmediatamente en su creación, en su conservación, en su actividad y acrecentamiento ontológico. Todo ser o es el Ser de Dios, el Acto puro de Ser, o de El depende inmediatamente como de su Causa eficiente y final. Todo ser, que no es Dios, sale inmediatamente de El, como Causa eficiente, y a El retorna necesariamente, como su Causa final.
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